Reconectando con nuestro sistema nervioso: Una mirada polivagal

Sistema nervioso y teoría polivagal

Si quieres mejorar el mundo, empieza por hacer que las personas se sientan más seguras

Stephen Porges

Todos los seres humanos tenemos un sistema nervioso, pero ¿hasta qué punto lo conocemos? 

La palabra “nervioso” tiene asociadas connotaciones muchas veces negativas, parece como si esta parte del cuerpo solo pudiera llevarnos a estados de inquietud. Me viene la famosa frase “está mala de los nervios”, aquí se suma el peso de género, ya que este dicho está creado en nuestro imaginario en femenino. ¿Cómo suena en tu cuerpo leerlo?

Sin ánimo de hacer un análisis exhaustivo de la palabra y basándome en mi experiencia, me atrevo a decir que el sistema nervioso no tiene muy buena prensa. Este es uno de los motivos que me llevan a proponer sumergirnos en este tema desde una mirada curiosa. Poniendo la intención en aumentar la comprensión de esta parte de nuestro organismo que es indispensable para vivir. 

Es el momento de que deje de ser algo desconocido o negativo y que conectemos con su sabiduría, escuchando qué información nos da para así también darle los cuidados que necesite. 

Para hablaros un poco más sobre este sistema, me voy a basar en la teoría polivagal. Esta teoría ha sido propuesta por Stephen Porges, un neurocientífico que lleva muchos años estudiando el sistema nervioso autónomo. También es importante mencionar a Deb Dana que como terapeuta ha ido traduciendo el enfoque para poder llevarlo a la práctica, tal y como hacemos en consulta. 

El Trauma y el Sistema Nervioso: Una perspectiva polivagal
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Según Porges hay 3 elementos que sustentan esta mirada:

La neurocepción: Nuestro sistema nervioso autónomo (SNA) está continuamente percibiendo a nuestro alrededor sin que nos demos cuenta. Es como un faro que rastrea buscando señales de seguridad y de peligro. Esta capacidad es diferente a la percepción ya que se da por debajo de la consciencia. Ahora tu SNA está haciéndolo, ofreciendo mucha información relevante para ti que se procesa sin que tengas que pensar.

La jerarquía: Este punto hace referencia a los 3 estados principales que tiene nuestro SNA para expresarse. Teniendo en cuenta que siempre su objetivo es nuestra supervivencia y también la conexión con la vida. Se le llama jerarquía porque ante cualquier situación se activa primero la conexión, si ésta no es posible pasamos a la movilización y si ésta no nos ha servido para afrontar ese evento, caemos en la última respuesta de parálisis. Aquí os cuento un poco más de cada uno:

  1. Sistema de conexión : Se trata del que nos permite conectar con otros seres, con el entorno y con la vida. Nos sitúa en la calma, la creatividad y el flujo vital. Cuando estamos aquí la sensación es de exploración y seguridad.
  2. Sistema de movilización : Más conocido como la lucha o la huída. Ante un peligro podemos intentar pelear y si creemos que vamos a ser más eficiente huir. En un sistema que nos energiza y prepara al cuerpo para la acción.
  3. Sistema de inmovilización : Constituye el sistema de defensa más antiguo que tenemos, se compara con la respuesta de los reptiles de parálisis o “hacerse el muerto”. Ante una amenaza esta es nuestra última baza. 

Para cada uno de ellos hay un rango de intensidades y su expresión, al igual que la neurocepción, es única. Es decir, cada persona según sus experiencias reaccionará de una forma diferente a cada acontecimiento. Ninguno es malo, ni bueno, todas las respuestas son adaptativas y están en coherencia con nuestra historia de vida. Nos permiten encarar situaciones que nos desafían y también sentir la conexión y expansión con la vida. 

La corregulación: Este último punto nos habla de que nuestros sistemas se hallan en comunicación continua y a partir de aquí buscamos la forma de regularnos con los otros. Un ejemplo puede ser la sensación que nos da una persona que está en calma en un momento en el que nos sentimos inquietos, con su presencia nuestro SNA busca encontrar un punto de conexión. También, se da cuando acariciamos a un animal y nos empezamos a sentir mejor. Conectar con otros es un aspecto necesario para la supervivencia.

Bonus- Nervio vago

Esta teoría se llama polivagal en honor a este nervio que es de suma importancia en cuanto a la idea de conexión mente y cuerpo. No es vago por inactividad sino porque vaga por gran parte de nuestro organismo. Y es poli porque tiene diferentes vías que son las encargadas de activar las respuestas anteriormente comentadas. Se trata de un sistema que lleva información del cuerpo al cerebro y viceversa a través de vías sensitivas y motoras.

El tono vagal está correlacionado con la salud, hace referencia a la flexibilidad de respuesta, a poder activarnos, desactivarnos y conectar dependiendo de la situación. La salud no es estar siempre en calma, es poder regularnos acordes con el contexto.

Vista aérea de Doñana
Foto: Héctor Garrido

Explorando y creando nuestro propio camino

A partir de la comprensión básica de estos aspectos podemos comenzar a trasladarlos a nuestro cuerpo, a nuestra historia, a nuestros bellos nervios que nos mantienen aquí. Este aporte no se queda en el texto, nos brinda un marco para experimentarlo sensitivamente.

Para mí es un proceso que va creando un mapa, con diferentes caminos según los momentos, que me brinda integración y luz de cómo funciono. Que me permite crear espacios para saber qué necesito y cómo puedo autorregularme o corregularme. A partir de ahí, en consulta, pongo al servicio este conocimiento mental y corporal, acompañando a otras personas a que vayan dibujando y creando su propia guía de vida. 

Ojalá que podamos integrar en nuestra percepción los nervios como raíces llenas de sabiduría a las que sea un honor escuchar. Y que hablar de los nervios sea algo común sin el peso del juicio, con la ligereza del respeto a nuestro cuerpo-hogar.

También para quien quiera os dejo alguna bibliografía:

Entrevista a Deb Dana en La Vanguardia.

Bases neurofisiológicas de mindfulness y compasión: una propuesta desde la teoría polivagal

Libros de Deb Dana

Libros de Stephen Porges

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