Volviendo a nuestro ecosistema

La naturaleza no es un lugar para visitar. Es el hogar

Gary Sherman Snyder


La relación entre ser humano y naturaleza está siendo actualmente un tema de debate en el ámbito académico, político e incluso en las conversaciones del día a día. Por una parte, se observa una relación desigual entre estos dos elementos en la que han predominado los intereses y necesidades del ser humano a los del medio ambiente. Por otro lado, existe una tendencia general de desconexión hacia uno de nuestros hogares, el planeta tierra. En ocasiones da la impresión que sólo le ponemos atención cuando algo va mal, por ejemplo, por un desastre meteorológico o por el cambio climático. Esto me recuerda a la relación con nuestro cuerpo. Parece que sólo somos conscientes de su existencia y su importancia cuando éste enferma o duele. La misma dicotomía que encontramos entre mente y cuerpo, la volvemos a ver entre ser humano y naturaleza. Por eso, cada vez más, se fomentan perspectivas más integradoras con una visión más amplia y completa de quiénes somos teniendo en cuenta el entorno.

Algunas evidencias y proyectos

Este aumento de interés por la naturaleza está teniendo repercusión en la investigación sanitaria. Cada vez existen más artículos que estudian los efectos saludables a nivel biopsicosocial que puede producir y provocar el contacto con la naturaleza.

Así pues, existen varios artículos científicos que hablan sobre el tema que nos concierne. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology indica que dedicar, al menos, 20 minutos al día para pasear o sentarse en un lugar en contacto con la naturaleza reduce significativamente la hormona del estrés, el cortisol. Por lo tanto, esto nos puede ayudar en situaciones de ansiedad o depresión. En relación con este hallazgo, cabe destacar una práctica japonesa llamada Shinrin Yoku” (baño de bosque), la cual consiste en pasar tiempo en la naturaleza con el objetivo de mejorar y aumentar la salud, el bienestar y la felicidad. En Estados Unidos incluso han creado una asociación sobre esta terapia del bosque y entre las pautas que recomiendan podemos destacar las siguientes: 

  1. Conectar con la naturaleza.
  2. Prescindir de la prisa.
  3. Prestar atención al paisaje que nos rodea.
  4. Dedicarle tiempo.

En resumen, sería establecer un contacto con la naturaleza con atención plena, curiosidad, presencia y observación. Habilidades que se relacionan también con la práctica del mindfulness.

Una cabaña del Hospital de Oslo

Asimismo, otra prueba que subraya la importancia de volver a la naturaleza es la incorporación de cabañas en el bosque en algunos hospitales de Noruega. Estas cabañas permiten a los pacientes que requieren un tratamiento largo contar con un espacio más cerca del bosque. De esta manera, se promueve una recuperación en un ambiente más agradable y tranquilo que favorece una mayor calidad de vida durante el ingreso.

En la Universidad de Exeter (Reino Unido) están especializados en el estudio de la psicología ambiental y además de hablar de los espacios verdes, ponen el foco en los azules, el agua. Expertos en esta área nos indican que estos espacios están asociados a mejores niveles de vitamina D y beneficios en la salud psicoemocional y física. Este otro estudio nos revela que hay una relación entre el bienestar percibido de los participantes y la cercanía a un medio natural.

Finalmente, para mostrar cómo la naturaleza nos puede influir desde pequeños, es interesante comentar otro estudio liderado por el Instituto de Salud Global (ISGlobal). En éste se indica que los niños/as que durante su infancia tuvieron más contacto con espacios naturales gozan de una mejor salud mental cuando llegan a la edad adulta.

Beneficios y propuestas

La naturaleza nos permite respirar aire puro, promueve el contacto con el ser y no con el hacer, amplía nuestra creatividad, favorece el movimiento del cuerpo, la reflexión o la observación sin expectativas. A nivel mental poder caminar un rato en este entorno nos puede ayudar a calmar un exceso de actividad cognitiva. Estos son algunos de los múltiples beneficios que nos da. Además, favorece la conexión con nuestra esencia, con nuestro instinto y con los sentidos, creando una sensación de formar parte y de integración con nuestro ecosistema. Somos parte del medio y funcionamos con él, el sol, el clima, los árboles y los demás seres están interrelacionados con nosotros. Por eso cuando estamos un tiempo en este tipo de entorno nos solemos sentir mejor. En definitiva, la naturaleza nos brinda muchas posibilidades y mejora nuestra salud integral. 

Así pues, teniendo en cuenta lo beneficioso que es pasear por parques o playas, os propongo dedicar un poco de tiempo diario a conectar con el espacio natural que tengáis más cerca. Podéis estar atentos a cuáles son vuestras sensaciones antes de la práctica y si son diferentes una vez finalizada. Espero que lo disfrutéis y si queréis compartirlo conmigo estaré encantada de leeros!

*Este artículo se ha escrito en colaboración con Irene Lasaga Mateu,
Graduada en Psicología por la UB.

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